PROXIMAMENTE Y SOLO PARA LOS AMIGOS ESTARÁ DISPONIBLE EL NUEVO LIBRO DE GABINO DEDICADO A LOS CANTARES DE RONDA DE MEMBRILLERA. EN EL SE PODRÁN LEER LOS MIL CANTARES QUE SE PUEDEN CANTAR ACOMPAÑANDO A LA RONDALLA DE NUESTRO PUEBLO. LOS HAY PARA TODOS LOS GUSTOS Y DEDICADOS A TODAS LAS COSAS QUE HACE AÑOS PASABAN O PODÍAN PASAR EN MEMBRILLERA. COMO ES NATURAL TAMBIÉN HAY MUCHOS CANTARES DONDE LA IMANACIÓN Y LA FANTASÍA SE CONFUNDEN CON LA REALIDAD Y ES AHÍ DONDE EL LECTOR DEBE DISCERNIR PARA COLOCAR CADA APUNTE EN EL LUGAR QUE MAS LE GUSTE.
Con esta obra, la cuarta que firma Gabino Domingo, el autor vuelve a reafirmar su interés y sensibilidad hacia el terruño, hacia las tradiciones ancestrales del lugar que le vio nacer.
Podemos decir sin temor de equivocarnos que estamos ante un libro que merece la pena leer, ya sea por simple curiosidad, por puro entretenimiento (este está más que asegurado), por su atractivo como reflejo de una realidad histórico-sociológica o por la sola constatación de cómo los jóvenes de un pasado no tan lejano en sitios no tan lejanos convertían la ociosidad en algo más que en un entretenimiento, en una grandiosa fuente de originalidad, tradición y folklore, merecedora cuando menos de ser plasmada en papel.
Por todo ello, desde este pequeño espacio que Gabino me deja ocupar, recomiendo a todo el mundo que se adentre en 1.000 Cantares de Ronda en Membrillera. Quien lo haga tendrá oportunidad de reflexionar como si de un ensayo se tratara; no parará de reír como si estuviera viendo una obra de teatro del mejor Mihura; podrá disfrutar constantemente con rimas en pareado, auténtica poesía en forma de canción que podría haber firmado el mismísimo Quevedo y al acabar quedarse con ese poso, ese regusto que dejan las grandes novelas.
Con esta obra, la cuarta que firma Gabino Domingo, el autor vuelve a reafirmar su interés y sensibilidad hacia el terruño, hacia las tradiciones ancestrales del lugar que le vio nacer.
Podemos decir sin temor de equivocarnos que estamos ante un libro que merece la pena leer, ya sea por simple curiosidad, por puro entretenimiento (este está más que asegurado), por su atractivo como reflejo de una realidad histórico-sociológica o por la sola constatación de cómo los jóvenes de un pasado no tan lejano en sitios no tan lejanos convertían la ociosidad en algo más que en un entretenimiento, en una grandiosa fuente de originalidad, tradición y folklore, merecedora cuando menos de ser plasmada en papel.
Por todo ello, desde este pequeño espacio que Gabino me deja ocupar, recomiendo a todo el mundo que se adentre en 1.000 Cantares de Ronda en Membrillera. Quien lo haga tendrá oportunidad de reflexionar como si de un ensayo se tratara; no parará de reír como si estuviera viendo una obra de teatro del mejor Mihura; podrá disfrutar constantemente con rimas en pareado, auténtica poesía en forma de canción que podría haber firmado el mismísimo Quevedo y al acabar quedarse con ese poso, ese regusto que dejan las grandes novelas.
Con esta obra, la cuarta que firma Gabino Domingo, el autor vuelve a reafirmar su interés y sensibilidad hacia el terruño, hacia las tradiciones ancestrales del lugar que le vio nacer.
Podemos decir sin temor de equivocarnos que estamos ante un libro que merece la pena leer, ya sea por simple curiosidad, por puro entretenimiento (este está más que asegurado), por su atractivo como reflejo de una realidad histórico-sociológica o por la sola constatación de cómo los jóvenes de un pasado no tan lejano en sitios no tan lejanos convertían la ociosidad en algo más que en un entretenimiento, en una grandiosa fuente de originalidad, tradición y folklore, merecedora cuando menos de ser plasmada en papel.
Por todo ello, desde este pequeño espacio que Gabino me deja ocupar, recomiendo a todo el mundo que se adentre en 1.000 Cantares de Ronda en Membrillera. Quien lo haga tendrá oportunidad de reflexionar como si de un ensayo se tratara; no parará de reír como si estuviera viendo una obra de teatro del mejor Mihura; podrá disfrutar constantemente con rimas en pareado, auténtica poesía en forma de canción que podría haber firmado el mismísimo Quevedo y al acabar quedarse con ese poso, ese regusto que dejan las grandes novelas.
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Con esta obra, la cuarta que firma Gabino Domingo, el autor vuelve a reafirmar su interés y sensibilidad hacia el terruño, hacia las tradiciones ancestrales del lugar que le vio nacer.
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Con esta obra, la cuarta que firma Gabino Domingo, el autor vuelve a reafirmar su interés y sensibilidad hacia el terruño, hacia las tradiciones ancestrales del lugar que le vio nacer.
Podemos decir sin temor de equivocarnos que estamos ante un libro que merece la pena leer, ya sea por simple curiosidad, por puro entretenimiento (este está más que asegurado), por su atractivo como reflejo de una realidad histórico-sociológica o por la sola constatación de cómo los jóvenes de un pasado no tan lejano en sitios no tan lejanos convertían la ociosidad en algo más que en un entretenimiento, en una grandiosa fuente de originalidad, tradición y folklore, merecedora cuando menos de ser plasmada en papel.
Por todo ello, desde este pequeño espacio que Gabino me deja ocupar, recomiendo a todo el mundo que se adentre en 1.000 Cantares de Ronda en Membrillera. Quien lo haga tendrá oportunidad de reflexionar como si de un ensayo se tratara; no parará de reír como si estuviera viendo una obra de teatro del mejor Mihura; podrá disfrutar constantemente con rimas en pareado, auténtica poesía en forma de canción que podría haber firmado el mismísimo Quevedo y al acabar quedarse con ese poso, ese regusto que dejan las grandes novelas.
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