ARROYO
Otoño de colores y humedales,
de chubascos y plantas secas,
de agua tardía en los arroyos,
refrescando inútilmente,
las hojas que yacen muertas.
Empujadas por el viento,
agarradas, a los tallos débiles
de la orilla, están, las hojas secas,
entre la yerberilla recién nacida
eterno abrazo, de muerte y vida.
En la quietud, del silencio y la aurora
el agua, de enrevesada corriente;
entre las piedras de la chorrera,
se desliza; jocosa y transparente,
llenando de música y vida, la pradera.
El juego del ruiseñor
Los laureles han callado,
el viento guarda rumor,
está la noche esperando
el canto del ruiseñor.
El jilguero está invitado
a la gala del cantor,
el jilguero se ha dormido,
ha llegado el ruiseñor.
El cielo se queda mudo,
deja el viento de volar,
las ramas guardan silencio
para escuchar su cantar.
Como notas musicales
en noche de luna llena,
trinos alegres vuelan
sobre ramas de nogales
al frescor de la arboleda.
Escucha atento al cantor
que es sublime cantar
el canto del ruiseñor;
son sus trinos tan bellos
de tan hermoso sonido
que jamás nadie ha oído
cánticos como ellos.
miércoles, 18 de febrero de 2009
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